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IGNACIO MARTÍN BARÓ
Trabajo en la UCLA
A Martín-Baró la UCA le debe mucho. Siempre ocupó un cargo administrativo alto. En los últimos tres años se quejó con frecuencia de la rutina administrativa y en algunas ocasiones, probablemente cuando se sentía más cansado, amenazó con renunciar. De él dependía, en último término, la calidad académica de la universidad en cuanto Vicerrector de esta área. No sólo se ocupaba de las contrataciones de docentes, sino que, a veces, supervisaba personalmente el desempeño de los docentes en las aulas y ponía mucha atención a las evaluaciones de los estudiantes. Al observar que algunos docentes no cumplían con las horas contratadas, comenzó a visitarlos en sus oficinas con cierta regularidad. Aunque algunos percibían estos controles como policíacos -y él lo sabía-, más le molestaba la falta de seriedad y la irresponsabilidad. Con algunos hablaba; a otros les enviaba notas con sus observaciones. Pero siempre se esforzó por ser considerado y prudente. Marín-Baró fue delicado con las personas. Felicitaba por teléfono a los docentes el día de su cumpleaños; si podía, los visitaba en su oficina para darles un abrazo. Lo mismo hacía cuando fallecía algún familiar de un empleado de la universidad. Recibía a muchos visitantes extranjeros, interesados en conocer la realidad del país y el papel de la UCA.
Los periodistas lo asediaban, solicitando entrevistas, las cuales aumentaron en los últimos años. Cultivó muchas amistades dentro y fuera de la UCA. Había ordenado los nombres, las direcciones y los teléfonos de sus amigos y conocidos por país, de tal manera que cuando salía, se llevaba la lista correspondiente. Solía regresar con muchas fotografías de sus actividades y encuentros en el exterior.
Martín-Baró era muy ordenado en sus cosas. Su oficina estaba llena de libros, carpetas y papeles, pero sabía dónde encontrar cada cosa. Sus libros estaban subrayados con colores diversos y anotados. Encuadernaba casi todo lo que caía en sus manos. En su comunidad, sus compañeros jesuitas le gastaban bromas sobre estas manías, pero él respondía que era la mejor forma para preservar las revistas y los documentos. Cuando él faltara, su biblioteca pasaría a la UCA, por lo tanto, en realidad, estaba ahorrando trabajo y tiempo. Y así fue.
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